Después de mucho tiempo, estoy en una clase de periodismo, y con ella vuelve a mí la posibilidad de escribir historias. En el primer encuentro, se planteó un taller en el que tenia que escribir algo, lo que quisiera, pero con una condición, que el final de este fuera: "Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí", el cuento más corto en la historia de la literatura, escrito por Augusto Monterroso.
Sin pensarlo dos veces, decidí escribir otro cuento. La motivación nace, principalmente, porque para esa semana estaba terminando un cuentario de segunda que compré en la Feria de Libro (fue la mejor compra, porque estaba rayado, lleno de comentarios, que deduzco son de alguien muy brillante). Estaba fascinado con la potencia narrativa que puede albergar en un texto corto. Allí nació Diario.
Diario
02 de agosto
Tarde:
Llego del colegio y siento pánico; no veo a mamá en casa, solo siento la presencia de él. Me sudan la manos, no quiero entrar, no quiero verlo, no quiero hablarle. Sólo quiero que me deje en paz.
Entro, pero no lo veo en su lugar, miro en la cocina y tampoco está ahí. Camino hacia mi cuarto en silencio y sin que toda la planta de mis pies toque el suelo, porque sé que en cualquier momento aparecerá. Veo la puerta de mi cuarto entreabierta, no puedo evitar sentir miedo, a pesar de que le juré a Diosito jamás volver hacerlo.
Ahí está, sentado en mi cama, tiene a Paco en sus manos… Por qué lo tiene, si le dije que no quería que él volviera a jugar con mi dinosaurio; ya no quiero jugar más. Quise gritarle, quise golpearlo, quise que mamá estuviera en casa, pero como siempre, no fui capaz.
Me saludó y me preguntó cómo había estado mi día, y yo solo le respondí con otra pregunta: ¿Dónde está mamá? ¿Se demora? Se río (no entiendo qué le dio risa, no entiendo por qué estaba tan feliz) y me dijo que mamá se demoraba, que iba a hacer un reemplazo en el hospital porque una de sus compañeras estaba enferma, y que por eso, íbamos a poder jugar toda la noche, sin ningún problema. Él ya tenía listo todo para su juego, por eso estaba en mi cuarto, pero yo no quería jugar; ese juego no me gusta. Siempre me lastima, no entiendo por qué cuando debo divertirme, termino llorando, y con el sueño de nunca más volver a jugar.
Al saber que mamá no iba a estar en toda la noche, solo pensé en alguna excusa para no jugar. Yo sé que está mal mentir, pero es que no me siento bien. Él me da miedo. Además, le hace daño a Paco, siempre lo toma con fuerza y le dice que me debe hacer daño porque yo soy su presa… Pero Paco no es así, él es mi mejor amigo desde que tengo 4 años.
Noche:
Terminamos de cenar. La verdad, comí poco. Espero mamá no se enoje, pero es que me dolía el estómago, tenía ganas de vomitar. Y eso que eran macarrones con queso, uno de mis platos favoritos.
Le dije que me iría a dormir, que estaba muy cansada y que al otro día debería ir a la escuela, pero él me respondió que no podía irme sin antes jugar un rato. Yo me negué, y él me tomó del brazo y me amenazó con decirle a mamá que me había portado mal, y que había sido grosera… Yo no quiero eso, odio hacer enojar a mamá, ella es la mejor mamá del mundo, y yo no puedo ser la peor hija del mundo. Acepté.
Nos fuimos a mi cuarto, él tomó a Paco, yo hice lo de siempre, me bajé el pantalón y me acosté, él empezó a pasar a paco por encima de mis pantys. Yo no podía moverme o gritar, sino iba a perder, lo iba a hacer enojar a él y a mi dinosaurio. Solo cerré los ojos, imaginé que estaba dormida y soñando, pero cuando abrí los ojos, cuando desperté, el dinosaurio todavía estaba ahí.
Nuevamente, no pude ganar. Él ganó.
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