Un breve pensamiento, pero una constante disputa, aquí adentro.
Desde hace tiempo he estado pensando en la importancia de des-identificarse. Últimamente me agobia pensar que, para pertenecer a algo que represente colectividad, hay que dejar de lado el placer de cuestionar(se), pues se me hace conflictivo esas actitudes de conformismo, comodidad y silencio ante dinámicas que resultan siendo violentas para el otrx y para unx mismo, porque te niegan esa posibilidad de repensar y resignificar eso que se supone te representa.
No hablo de ser egoístas, y anteponer el individuo por encima del colectivo -cuando ha sido una decisión sentirse representado-, pero tampoco es romantizar y llenar de parafernalias las acciones, movimientos, ideas, personas y todo lo demás. Hay que dejar de entenderlos como algo inamovible, todo debe cambiar, mutar, o mejorar. Por eso, hablamos de MOVIMIENTOS sociales, porque están en constante transformación, o al menos en esa búsqueda. Es ahí cuando aseguro que lo más valioso de la colectividad se gesta en la autocrítica, en la constante mirada hacia adentro.
Esto lo digo, lo pienso y lo siento, siempre que hablo de donde pertenezco: la comunidad LGBTIQ+ -por eso lo tomo como ejemplo, porque es de donde tengo el derecho de hablar-
Nos hemos vuelto un lugar, donde posiciones contrahegemónicas se han invisibilizado, porque los geis hemos permeado la agenda política -por llamarlo de alguna manera- de ideas que a muchxs no representan, pero que se han decidido priorizar bajo intereses personales, pues nos hemos dejado gobernar por el privilegio del sistema que nos banaliza, pero peor aún, nos instrumentaliza. Así, hoy, se niegan la escucha de los relatos al margen de lo mediático o masivo.
Así, hoy, se hacen más necesarios, valiosos e importantes espacios como la Contra-Marcha, hermanxs unidxs por el desprecio de un aparato estatal que nos ha condenado al olvido, la injusticia y la impunidad, Y además, por el rechazo de una sociedad que nos quiere, pero en silencio: sin que se nos note lo maricas, que nos veamos cómo nos ha proyectado el mercado, o que seamos su objeto de mostrar, cuando se quieren subir el ego y apelar a discursos de inclusión, para sus proyectos políticos, empresariales, o dizque sociales.
Como dijo Manuel Velandia: “Soy sujeto peligroso, no por ser marica sino porque soy un marica que habla y no teme a hablar”. Hablemos, alcemos la voz, interpelemos, cuestionemos, incomodemos, preguntemos, dialoguemos, y mutemos... Y si nos cierran la posibilidad, entonces, des-identifiquémonos, pero sin dejar de luchar y resistir.
Comments